Redacción:
-Esa triste mañana de invierno, me desperté de madrugada, yo solito, de lo qual debo decir que me siento verdaderamente orgulloso. Seguidamente, me vestí, me puse las anchas y largas zapatillas de piel y bajé perezosamente las escaleras. Fué en ese preciso instante, cuando no localizé a nadie en la cocina, que el corazón me dió un vuelco y se me llenó ràpidamente y en qüestión de segundos de felicidad. ¡No habia nadie en casa! ¿Por qué la gente se alegraba tanto al referir que ya quedaba poco para las vacaciones de verano?: Las de invierno, con su frio y tristeza, con su congelada lluvia y su blanca nieve, me gustan mucho más... ¿Se podria decir que soy raro? En fin...Si todos fuéramos iguales todo seria más monótono y aburrido... ¡I encima si estás con tus padres!
Pau Hernández-Villaescusa y Saurí
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