Había una vez, un artista con un don: desde pequeño, podía dibujarse a sí mismo. Así cuando a alguien no le gustaba algo de él, éste cogía una goma y lo borraba. Cada día este hombre era uno diferente. Mil y una personalidades diferentes. A medida que se iba haciendo mayor, la gente dejaba de reconocerlo. Cierto día, paseando por la calle, vio a su mejor amigo y le saludó. Este no le respondió, ya que no lo reconocía. Esto pasaba cada vez más a menudo, y el artista, cansado, decidió borrarse entero, y volver a dibujarse otra vez. No se dio cuenta y borró sus manos, por lo que no pudo volver a dibujarse. Y se pasó la vida siendo invisible, hasta que murió.

Escribimos sobre la página en blanco de la vida (ilustración de Juliano Lopes)
María Túnez Bermejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario