La guerra.

A lo largo de la historia del mundo hemos visto conflictos entre las personas, entre países, entre familias y amigos hasta llegar a provocar una guerra como la que vivieron nuestros antepasados, la I y II Guerra Mundial o la más cercana la Guerra Civil Española.

Uno de los mayores problemas que ocasionan estos conflictos es el no ser tolerantes, solidarios y compasivos con los demás seres que hay en nuestro al rededor, el no saber comprender a cada persona tal y como es , no respetar sus creencias, sus costumbres, o sus propios pensamientos.
La historia nos ha enseñado que esos conflictos no ayudan a formar una civilización próspera  para todos los seres humanos.

Somos conscientes que hay diferencias, pero si sabemos aprovecharlas son enriquecedoras, podemos aprender cada dia cosas nuevas y en la actualidad podemos disfrutar de la globalización con comunicaciones inmediatas, conocer gente nueva sin salir de casa, paises, culturas.....

Lo más importante es tener unos valores como persona que no comprometan a otros. Además de un espíritu crítico que nos ayude a discriminar del bien y del mal, simplemente para no volver a estos conflictos pasados que lo único que nos han aportado son resentimientos, racismo y el pensar que somos mejores que los demás.

La guerra no era forma de solucionar las diferencias entre la gente, sino que la diplomacia, el saber estar, la comprensión, el dialogo y la búsqueda de una solución sin agresividad, se hubieran solucionado los problemas y las familias no hubieran padecido la desaparición, muerte o mutilaciones de sus seres queridos...

También es cierto que para que existan cambios sociales, políticos y económicos importantes es necesario una revolución. Así se ha visto a lo largo de la historia. Pero puede ser una revolución pacifica donde se expongan las nuevas necesidades y los cambios necesarios para ir adaptándonos a la evolución del ser humano, y crecer como comunidad y como país en general.

Luisa Herrera Lopéz.