Cielo abajo
Me
pase toda la noche leyendo el libro que me trajo Enrique. Cada vez que pasaba página
había algo que me atraía para seguir leyendo, a causa de eso no dormí, no podía
dormir, necesitaba acabar la historia de Joaquín Dechén o mejor dicho Javier.
Junto a Enrique se paso la noche sin darnos cuenta, estábamos tan sumergidos en
la lectura que no sabíamos qué hora era, ni si seguía siendo de noche o de día,
pero no nos importaba, solo leíamos, nada más.
Desperté,
no sabía cómo me había quedado dormida, solo sabía que Enrique estaba igual que
yo hace unos segundos, dormido, con el libro entre las manos. Me levanté, se me
cayó el libro y le desperté sin querer, me despedí, recogí mis cosas y me fui.
Enrique
y yo seguimos en contacto, cada vez que avanzábamos en la lectura lo comentábamos,
nos apasionaba ponernos en su lugar y vivir cada minucioso detalle. Admirábamos
a Joaquín, pese a cada caída el siempre se levantaba y cada vez más fuerte. En
honor a él puse de nombre a nuestro pequeño negocio de avionetas como “Avionetas
Dechén”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario